Ángel Guerra Cabrera
La Jornada
Lo que está en marcha
en Venezuela es un episodio decisivo en el proyecto de Estados Unidos y
las oligarquías de no dejar en pie un solo gobierno independiente y
democrático en nuestra América. El combustible principal que alimenta
ese proyecto en Venezuela es el apoyo que recibe la contrarrevolución
endógena de Washington/OEA, los más desprestigiados gobiernos
neoliberales y la derecha adoradora del dios mercado y del asalto al
tesoro público. Todos enmaridados con el uruguayo Luis Almagro, agente
de la CIA asignado a la secretaría general de la OEA.
Aparte del ubérrimo petróleo de Venezuela, que desea para sí, el
imperio concede enorme prioridad a derrocar el gobierno de Maduro por la
importancia de la Revolución Bolivariana y Chavista en el concierto
regional. El rudo golpe que asestaría una contrarrevolución triunfante
en la patria de Bolívar a los procesos de cambio en Bolivia, Ecuador,
Nicaragua, El Salvador, al Alba en su conjunto y, por supuesto, a Cuba. Y
no sólo eso, sino la creación de un ambiente profundamente fascistoide
como el que vemos surgir en las derechas de la región, que impida el
acceso a la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador en México, Lula
da Silva en Brasil y –si decidiera lanzarse– Cristina Fernández de
Kirchner en Argentina, candidatos a los que parece imposible frenar por
medios legales y legítimos. A nadie escapa el vuelco que estos
eventuales resultados electorales operarían en la correlación regional
–e internacional– de fuerzas en favor de la independencia, la soberanía,
el control nacional de los recursos naturales, la justicia social, la
democracia, la unidad y concordia latino-caribeña y la paz mundial.
Lo anterior explica que en una peligrosa y tensa situación económica,
política y social como la provocada por el imperialismo y sus vasallos
locales en Venezuela, estos rechacen la razonable, legal y legítima
convocatoria a Asamblea Nacional Constituyente (ANC) del presidente
Nicolás Maduro y su oferta de diálogo. Peor aún, han arreciado los actos
de violencia, que ya se cobran más de tres decenas de vidas y cientos
de heridos y demostrado no estar dispuestos a otro diálogo que no sea la
rendición del gobierno ante sus exigencias. Tan creyentes e íntimos de
la jerarquía católica de Venezuela como son, han hecho caso omiso otra
vez del llamado del papa Francisco al diálogo.
Insisto, las acciones contrarrevolucionarias en Venezuela siguen las directivas de la Operación Venezuela Freedom
2 del Comando Sur yanqui, que, además de la vasta experiencia del
Pentágono y la CIA en derrocar gobiernos, toman también de base al
teórico de los golpes blandos Gene Sharp. Funcionarios de su Instituto
Einstein realizaron una visita de trabajo de nueve días a Venezuela en
2003, documentada por Eva Golinger, magnífica síntesis sobre golpes blandos en América Latina.
Autor del libro De la dictadura a la democracia, Sharp enumera los cinco pasos del golpe blando, que resumo: 1. Promover acciones
no violentaspara generar malestar en la sociedad: denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores. 2. Desarrollar intensas campañas en
defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos, acompañadas de acusaciones de
totalitarismocontra el gobierno. 3. Lucha activa por
reivindicaciones políticas y socialesy la manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, que amenacen las instituciones. 4. Operaciones de guerra sicológica y desestabilización, que creen un clima de
ingobernabilidad. 5. Forzar la renuncia del presidente, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Preparar el terreno para una intervención militar, a la vez que se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país. Nada más parecido a lo que viene ocurriendo en Venezuela.
Pero mientras la contrarrevolución se consume en sus actos violentos
porque sabe que el tiempo juega contra ella, el chavismo ha avanzado
aceleradamente en el diálogo previo a la ANC que el presidente Maduro
impulsa dentro de los sectores populares, la fuerza armada y con los
partidos opositores que se han sumado. Si el debate constituyente se
convierte en un fenómeno de masas, a la violencia no le queda mucho.
Twitter: @aguerraguerra
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