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miércoles, 18 de abril de 2018

Guardián de la democracia

EEUU en la Cumbre de las Américas
CELAG

América Latina ¿no interesa?
La anulación del viaje de Trump a Lima y su visita a Colombia es analizada por think tanks y la prensa hegemónica como muestra de la falta de interés real de su Gobierno por Latinoamérica. En esta línea, Michael Camilleri, exdiplomático de EE. UU. y director del programa de Estado de Derecho en Inter-American Dialogue, afirmó que “dejar pasar esa oportunidad sí tiene que entenderse como una señal de que esta región no es una prioridad”.[1] El discurso frecuente de la “poca importancia” de la región carece de argumentos si tenemos en cuenta, por ejemplo, los documentos relacionados a la defensa y seguridad de la actual administración estadounidense. Sumamente ilustrativa al respecto es la última estrategia del Comando Sur al afirmar que “en términos de proximidad geográfica, comercio, inmigración y cultura, no hay otra parte del mundo que afecte más la vida cotidiana de los Estados Unidos que América Central, América del Sur y el Caribe”[2].
Las reuniones del vicepresidente Pence
En lugar de Trump, asistió el vicepresidente Micke Pence, quien procuró mantener reuniones “aparte” con los presidentes Macri (Argentina), Santos (Colombia), Piñera (Chile) y Vizcarra (Perú). El sábado se reunió también con representantes de los países caribeños.[3] Estos encuentros bilaterales incluyeron temas comerciales y diplomáticos para forzar un cambio de régimen en Venezuela por parte de los Gobiernos de “la media luna” sudamericana. Un dato importante es que el vicepresidente también se reunió con líderes de la oposición venezolana y cubana.[4]
Con especial énfasis, el Grupo IDEA, conformado por los expresidentes Óscar Arias de Costa Rica, José María Aznar de España, Nicolás Ardito Barletta de Panamá, Belisario Betancur de Colombia, Felipe Calderón de México, Rafael Ángel Calderón de Costa Rica, Laura Chinchilla de Costa Rica, Alfredo Cristiani de El Salvador y Fernando de la Rúa de Argentina, participó del ataque internacional contra el Gobierno venezolano y firmaron una declaración sobre Venezuela a propósito de la Cumbre de las Américas[5], en la que solicitaron el desconocimiento de las elecciones, la ampliación de las sanciones contra funcionarios, asistencia humanitaria, investigaciones ante la Corte Penal Internacional y el retiro de embajadores venezolanos en el mundo, entre otras solicitudes de este tenor.
El problema: Venezuela
Pence destacó que Cuba y Venezuela son países donde no se elige a los gobernantes y presionó a los asistentes de la Cumbre para que Venezuela regrese a la democracia”.[6] Vale destacar que esto forma parte de lo establecido en la estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. diagramada para este año. Según la vocera del Departamento de Estado, Lydia Barraza, el vicepresidente viajó a Perú para “lidiar con la crisis venezolana”, hablar sobre la “protección de la democracia en las Américas”, los valores democráticos que comparten los países miembros de la OEA y “la importancia para elegir a sus líderes”, sin dejar claro a qué se refería exactamente con esto último.
La estrategia parece estar centrada en consolidar el Grupo de Lima[7] y ejercer más presión y aislacionismo contra Venezuela y, sobre todo, buscar el reconocimiento internacional al argumento de que “Venezuela es una dictadura”. En el marco de esta “cruzada por la democracia” Pence anunció que EE. UU. destinará 16 millones de dólares para los venezolanos emigrados a Colombia y Brasil.[8] A esto se suma la amenaza de la implementación de “más sanciones, más aislacionismo y más presión diplomática”.[9]
Durante el mes de marzo, los países del ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos) habían declarado el rechazo a la exclusión del presidente Maduro de la Cumbre[10]. Ante la ausencia del presidente venezolano, el presidente Evo Morales[11] de Bolivia y el canciller cubano[12] expresaron contundentes defensas del Gobierno de Venezuela, en tanto remarcaron la ilegitimidad de la exclusión de un mandatario elegido constitucionalmente y el doble rasero ante actuaciones poco democráticas como la que ocurría horas antes de comenzar la Cumbre, con el ataque unilateral a Siria por parte de Estados Unidos.
El acompañante
Junto a Pence apareció Marco Rubio -uno de los principales asesores del presidente en asuntos relacionados a las Américas- quien ha convocado una audiencia en el senado sobre la Cumbre[13]. En esta ocasión, manifestó que espera que el vicepresidente exponga su compromiso de asociarse activamente con los aliados regionales en tres iniciativas importantes:
Alianzas regionales de seguridad para enfrentar redes criminales transnacionales.
Garantizar el tratamiento justo de las empresas y empresas de EE. UU. en la región.
Promover a los EE. UU. como socio prioritario frente a actores estatales externos como China y Rusia, que participan activamente en prácticas comerciales desleales y predatorias en la región y en todo el mundo.
En relación a Venezuela, Rubio “alentó” al vicepresidente a delinear varias iniciativas para promover la “restauración de la democracia y terminar con el sufrimiento del pueblo venezolano.
El otro problema: “la corrupción” (advierten los empresarios)
A petición de Vizcarra (presidente peruano), los gobernantes asistentes a la Cumbre firmaron el compromiso de “Gobernabilidad democrática contra la corrupción”. El documento consta de 57 puntos sin ser vinculante con las leyes de los países miembros, sin embargo, sí propone “adoptar un marco legal para responsabilizar a las personas jurídicas (entidades, empresas) por actos de corrupción”.[14] Este tema es trascendental pues en Brasil, Perú, Ecuador y México se detectaron actos de corrupción millonarios ligados a la empresa Odebrecht y en el caso brasileño desembocó en el golpe de Estado contra Dilma Rousseff –con escasas consecuencias para la trayectoria de los privados implicados en la causa-.
Precisamente, desde el sector privado, líderes empresariales que asistieron a la cumbre también presentaron un documento de 42 recomendaciones titulado “Acción para el crecimiento: recomendaciones de políticas y plan de acción 2018-2021” enfocándose en cinco áreas clave:
Fortalecimiento de la transparencia y la integridad.
Digitalización del crecimiento (mayor aceptación de pagos digitales).
Comercio del futuro (infraestructura multimodal y conectada).
Energía para el desarrollo (mejoras en la eficiencia, costo, confiabilidad y producción eléctrica).
Habilidades para el futuro del trabajo (mejorar la calidad de la educación y programas de capacitación).[15]
Dicho plan está en sintonía con la política exterior estadounidense hacia la región en cuanto a temas energéticos se refiere, cambios en los planes de estudio y fortalecimiento de la educación, la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, por sus siglas en inglés) tiene programas al respecto. Sobre el comercio del futuro es sabido que los países que conforman el bloque Alianza del Pacífico habían comenzado la modernización de puertos clave debido a su inserción en el TPP. En efecto, este se abordó, aunque de modo subsidiario, a raíz de la declaración de Trump de reincorporarse al TPP. Ante la Cumbre Empresarial, Peña Nieto mencionó que “EE. UU. tiene las puertas abiertas para regresar al TPP”.[16] Cabe recordar que EE. UU. se salió del TPP cuando asumió Trump la presidencia. La principal razón fue que era “un acuerdo muy malo para EE.UU.”.
A más de un año de estas declaraciones, el Gobierno de EE.UU. pretende reforzar su economía en sectores clave de la industria metalúrgica y manufacturera, pero sobre todo aquella ligada al complejo militar-industrial. Esta estrategia proteccionista en sectores clave de la economía se combina con la presión para la apertura de mercados en países subdesarrollados, el reposicionamiento de sus bases militares en territorios estratégicos, una escalada armamentista con Rusia y una guerra comercial contra China (y Rusia). Este esquema contribuye a calentar el escenario en medio oriente.
América Latina no es ajena a este proceso de reconfiguración de la geopolítica internacional. Sigue siendo territorio de recursos energéticos, materiales estratégicos, agua, biodiversidad y mercados fundamentales para la economía estadounidense. Por eso, con o sin la presencia de Trump, en la Cumbre se volvió a dejar en claro que EE.UU. sigue siendo el “guardián de la democracia” en este continente.
Notas:
Tamara Lajtman, Aníbal García y Giordana García Sojo son investigadoras del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG)

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